viernes, 22 de febrero de 2013

La dama de blanco.


De blanco se vistió, de alegría se llenó. A su caballero esperaba, pero éste no llegaba. Muchas horas esperaron, en el altar la abandonaron…
Los días transcurrieron, lágrimas se escabulleron. La gente murmuraba, por eso Lejos se fue, alejarse de la tristeza, el olvido ella quería. Juró que no volvería. Con su partida, dejo mil recuerdos, y un vestido blanco olvidado en un rincón, escondido en un cajón. Del cariño se alejó, la tristeza la cubrió, odio se volvió y la locura reemplazó. Pero, con su huida, de la verdad jamás se enteró.
Ese caballero mucho la quería y abandonarla, era algo que jamás pensaría. Camino a su compromiso, ante él, un accidente se presentó. Allí, a un lado de la carretera su vida se acabó. El cielo y las montañas fueron testigos, de que junto a la vía, ese sueño se marchitó, y por eso, al altar jamás llegó; y así, la vida de ella, aquél día también terminó.
Ese vestido cubierto de polvo yace, junto con la trágica verdad de aquél día, las ilusiones rotas de una vida perfecta, un anillo y un cadáver en la puerta.

Nadie más.

Nadie mas sabe romper mi corazón de la misma manera como lo haces tú. Eres un experto, lo haces con estilo. Lo peor de todo es que sigo entregándotelo, lo aplastas con tus manos y lo tiras junto a los Sauces.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Te regalo todo.


Te regalo los abrazos que no pude darte. Te regalo las lágrimas que te lloré. Te regalo las flores marchitas. Los pétalos que guarde dentro de un libro. El dolor en el pecho que dejaste con tu partida. Te regalo los “Te amo” que no pronuncié. No los necesito. Te regalo la ilusión de nuestra vida perfecta. Llévate los recuerdos, sólo me estorbarán si no estás tú. 
Te regalo los “para siempre” que me prometiste. Las cursilerias que no articulamos, las penas y vergüenzas que juntos pasamos. Te regalo los pasos que caminé hacia ti. Te regalo mis heridas más profundas. Esas que no llegue a conocer antes de tu partida. Te regalo eso que no has hecho y prometido. ¡Llévate todo! hasta mis sentimientos más sinceros. La energía que me mantiene vivo, para no sufrir.Te regalo mis sueños. Te regalo mi nombre y mis apellidos, sólo sonarán vacíos si no los pronuncias tú. Llévate todo con tu partida, incluidas las ganas de volver a verte y nuestro final feliz. Vete ahí donde nadie sabe la verdad. Dónde los ciegos juzgan los colores. Dónde los ignorantes conocen de razones. Son tuyos los cerezos que plantamos en el límite del terreno, Córtalos por completo, sus pétalos ya no caen.
Ya no necesito nada de esto, incluso te regalaría mi vida. Pero esa te regalé desde el primer beso que nos dimos. Nunca te importó.

Nada.


Mi voz resuena como un eco en tus oídos, pero no hay nada que oír. Siento tu cuerpo, pero no lo puedo tocar. Escucho el latir de tu corazón, pero sé que no se acelera por mí. Siento como tu respiración recorre mi piel, me estremece. Pero, para ti significa nada. Con la mínima expresión de tu cariño, alegras mi día, pero, eso no significa nada. No te das cuenta de eso.
Soy capaz de recordar detalles insignificantes, esos que no son importantes para ti, esos que tú ya olvidaste. Volteas, me sonríes y veo una luz en tus ojos, una luz que me dice que todo puede ser posible, mientras tanto, mi mente me deja claro que no debo sentir eso por ti, y así, una aguja atraviesa mí corazón, la cuál no hace mucho daño, pero deja un pequeño hueco por el cuál me desangraré lentamente cada que voltee a verte. Una herida más. Otra herida con la cual seguir adelante. Una herida que yo mismo provoqué, de la cuál no eres culpable. 

domingo, 17 de febrero de 2013

Animal.


Soy un animal al que le gusta tu compañía. Que sólo sabe estar contigo porque tu eres la única que lo alimenta. El cuál está agradecido porque tú fuiste La primera que lo alimentó. La única persona  que hará eso por ese animal. Soy un animal al cuál domesticaste para no pudrirte en la soledad. Al que necesitas únicamente para alagarte, enaltecerte y hacerte sentir superior a los demás animales como yo.
Un animal que se quedó contigo por una simple muestra de cariño. Ese Cariño que se le da a los perros callejeros. Un Cariño por compasión, por lástima. Nadie más me dará un cariño como el tuyo, nadie más me querrá como tu me quieres, eso me dices, y yo te creo. 
Puedo ser un quetzal, un fénix, un águila, cualquier clase de animal, pero jamás me dejarás crecer. Soy superior a ti, pero nunca me dejarás volar, no alcanzaré el cielo ni las ramas del Laurel mientras mi maldito amor por ti me mantenga encerrado en esta jaula. 
Soy un animal al cuál  le gusta el dolor y tus desprecios, ya que no conoce algo mejor. No conoce a alguien mejor. Al cuál le gusta restregarse en tu cruda piel.  El cuál no conoce nada fuera de los pasillos vacíos de la casa. El que mira por la ventana los cerezos crecer. Al cuál exprimirás hasta sacar la última gota de sangre, y, así, muerto el estúpido animal, tú conseguirás uno nuevo. Mientras mis inservibles huesos se convierten en polvo y olvido dentro de la que fue mi jaula.

Te quiero.

Es tu nombre palabras muertas que merodean por doquier.