De blanco se vistió, de alegría se llenó. A su caballero esperaba, pero éste no llegaba. Muchas horas esperaron, en el altar la abandonaron…
Los días transcurrieron, lágrimas se escabulleron. La gente murmuraba, por eso Lejos se fue, alejarse de la tristeza, el olvido ella quería. Juró que no volvería. Con su partida, dejo mil recuerdos, y un vestido blanco olvidado en un rincón, escondido en un cajón. Del cariño se alejó, la tristeza la cubrió, odio se volvió y la locura reemplazó. Pero, con su huida, de la verdad jamás se enteró.
Ese caballero mucho la quería y abandonarla, era algo que jamás pensaría. Camino a su compromiso, ante él, un accidente se presentó. Allí, a un lado de la carretera su vida se acabó. El cielo y las montañas fueron testigos, de que junto a la vía, ese sueño se marchitó, y por eso, al altar jamás llegó; y así, la vida de ella, aquél día también terminó.
Ese vestido cubierto de polvo yace, junto con la trágica verdad de aquél día, las ilusiones rotas de una vida perfecta, un anillo y un cadáver en la puerta.